Así pasó
casi una semana entera. Un día tras levantarme, me dirigí a la enfermería, pero
cuando llegué la cama de Lavi estaba libre. Me acerqué a la cama lentamente y
busqué a la jefa con la mirada. Ella me vio, y se acercó a mí.
-Le he
dejado irse. Ya está bien, y no quiero seguir reteniéndolo más. Iba a
esperarte, pero Kanda se lo ha llevado hace un rato.
¿Kanda? Miré
a la jefa, me despedí con un movimiento de la cabeza y me fui de la enfermería.
Empecé a dar vueltas por todo el cuartel, pero ni rastro de ellos. También
pregunté a los que iba encontrando por el camino, pero nadie les había visto.
Después de un rato dando vueltas me encontré con Raisa, que también deambulaba
por los pasillos del cuartel.
-¡Juvia!
-Raisa, ¿qué
te pasa? Pareces nerviosa…
-Tú también
–dijo mirándome con la cabeza ladeada-. Estaba buscando a Kanda, ¿no le habrás
visto?
-Que va, si
yo también le estoy buscando. Esta mañana la jefa ha dejado salir a Lavi de la
enfermería, pero Kanda se lo ha llevado.
-Bueno, pues
habrá que buscar juntas.
-Me parece
bien –dije sonriendo.
Comenzamos a
buscar, pero no dio frutos. Buscamos en la cafetería, e incluso nos asomamos al
departamento científico. Komui iba dando saltitos detrás de Lenalee, pero no
vio que Reever se aproximaba, cargando varias cajas que le tapaban la visión
completamente. Hubo un choque, una caída, y un montón de papeles volando por
los aires.
-¡Supervisor!
–dijo Reever desde el suelo-. ¿Qué está haciendo?
Komui se
reía desde el suelo, mientras los papeles caían a su alrededor. Lenalee miraba
todo desde arriba, con los brazos en jarras. Suspiró y se alejó de ellos.
Reever le tiró a Komui una de las cajas que tenía al lado, y le cayó en la
cabeza, tapándosela por completo.
Raisa y yo
nos miramos y sonreímos. Nos alejamos de allí, escuchando la bronca de Reever y
las quejas de Komui. Bajamos de nuevo a la planta principal y nos apoyamos en
una de las paredes cercanas a la enfermería. Las dos suspiramos.
-Creo que
sólo nos queda un sitio donde mirar –empecé yo.
-¿Te
refieres fuera? –dijo Raisa señalando a la puerta principal con el pulgar.
Asentí, y
las dos nos separamos de la pared a la vez y comenzamos a andar hacia la
puerta. A simple vista no se les veía por allí. Seguimos andando y nos paramos
en una de las esquinas del cuartel. Empezamos a rodearlo y llegamos a la parte
trasera. Allí les vimos, hablando. Lavi nos daba la espalda, y Kanda, que
estaba en frente suya, nos vio aproximarnos. En seguida dejaron de hablar, y se
nos quedaron mirando. Llegamos a su lado y fui yo la que empecé a hablar.
-¿Por qué te
has ido sin decir nada, y por qué os habéis escondido tanto?
-Bueno, yo
soy el culpable de eso –dijo Kanda llevándose la mano a la cabeza.
-¿Y se puede
saber de qué hablabais tan escondidos? –preguntó Raisa.
-Cosas sin
importancia, no le des vueltas –dijo Kanda mirando a Raisa.
Entonces
empezamos a caminar los cuatro hacia la parte delantera del cuartel. Sin darnos
cuenta nos dirigimos al árbol, nuestro árbol. Kanda y Raisa se habían quedado
hablando apoyados en la pared del edificio, y Lavi y yo habíamos terminado bajo
aquel árbol. Nos miramos en silencio.
-¿Qué tal
estás?
-Bien, estoy
bien –dijo agachando la cabeza.
-¿Seguro?
Bueno, ¿y qué quería Kanda? Me extrañé mucho cuando la jefa me dijo que os
habíais ido los dos juntos.
No me
respondió. Desde mi posición se podía ver la puerta del cuartel y también tenía
a Kanda y Raisa a la vista. Por la puerta vi aparecer a Lenalee, que iba con
Allen. Me saludaron los dos con la mano. Miré por última vez a Lavi, que seguía
en silencio, con la cabeza agachada. Entonces empecé a caminar hacia Lenalee y
Allen, que me seguían mirando. Entonces Lavi me cogió de la muñeca, tiró de mí,
hasta situarme bajo el árbol, con la espalda apoyada en el tronco.
-¿Qué…?
–dije mientras miraba la mano con la que me sujetaba fuertemente la muñeca,
pegada al tronco.
Entonces
subió la mano que le quedaba libre, la puso en mi barbilla y me obligó a
levantar la cabeza. Nos quedamos mirándonos, y fui consciente de que se estaba
acercando lentamente a mí. Cada vez más cerca, más cerca… Podía notar su
respiración acelerada, al igual que la mía. Empecé a notar el roce de su nariz
con la mía, y el de sus labios sobre los míos. Entonces me besó con suavidad,
con ternura y dulzura. Poco a poco fui cerrando los ojos y me dejé llevar.
Después de un rato nos separamos y nos quedamos mirándonos. Creo que aquel
momento fue en el que más roja me puse. Me ardían las orejas, las mejillas, me
temblaba el pulso y las rodillas amenazaban con abandonarme y hacerme caer al
suelo.
-¡¿DESDE
CUANDO…?!
Lavi y yo
nos dimos la vuelta y miramos a Allen. Tenía la boca abierta y Lenalee nos
miraba sonriente. Entonces se giró a Allen y le soltó un capón.
-Qué torpe eres
Allen… Todo el mundo lo sabía –dijo riendo.
Entonces giré
la cabeza para mirar a Kanda y a Raisa. Ella tenía también la boca abierta, y
cuando vio que la miraba, la cerró y dio un salto de alegría, aferrándose
al cuello de Kanda. Él nos miraba con los
brazos cruzados y una media sonrisa que entre dejaba ver sus dientes. Lavi se
llevó la mano a la cabeza y yo miré hacia otro lado, intentado evitar todas las
miradas que notaba clavadas en mí. Kanda y Raisa empezaron a caminar hacia
nosotros. Ella me dio un abrazo, pero de la fuerza a la que iba, casi me tira
al suelo. Kanda se acercó a Lavi y le dio un capón.
-¡Yu! ¿Y eso
por qué?
-Qué susto
me has dado, baka usagi, creía que ibas a desaprovechar esa oportunidad.
-Pero no lo
he hecho, así que ¿por qué me das?
-Por
habernos hecho esperar tanto.
Lavi no supo
qué decir. Se puso rojo y se llevó la mano a la cabeza. Allen y Lenalee se
despidieron de nosotros con la mano y entraron en el cuartel. Fue entonces,
cuando estaba mirando al edificio, cuando me di cuenta de la cantidad de gente
que había acumulada en una de las ventanas. Era la ventana de la enfermería, y
varias enfermeras estaban asomadas por ella. Pude reconocer a Garuna entre
todas ellas, que me guiñó un ojo mientras me mostraba el pulgar en señal de
aprobación. Kanda y Raisa caminaron hacia el cuartel. Ella le pasaba la mano
por la cintura, y él llevaba su brazo sobre los hombros de ella. Entonces Lavi
y yo comenzamos también a caminar hacia el cuartel. Él dio un par de pasos,
pero entonces se paró, me miró y me tendió una mano. Yo se la miré y cuando me
di cuenta de sus intenciones me puse roja. Me adelanté un paso y se la tomé.
Así llegamos al cuartel. Los cuatro que habían entrados antes que nosotros
estaban allí. Cuando entramos, nos miraron.
-¿Os apetece
venir a comer algo a la cafetería?
Lavi y yo
asentimos, sin poder pronunciar palabra. La comida fue entretenida, llena de
bromas, y de piques entre Kanda y Allen. Normalmente Lavi también habría
entrado, pero estaba ausente, sentado a mi lado. Después de la comida nos
despedimos, y nos fuimos formando grupos de dos, Allen con Lenalee, Kanda con
Raisa y yo con Lavi. Lavi me volvió a tomar de la mano y me llevó a nuestro
árbol. Una vez allí se sentó y tiró de mí. Me senté a su lado y él empezó a recostarse.
Yo opté por hacer lo mismo, y no tardé en dormirme.
Desperté
cuando un rayo de sol me dio de lleno en la cara. Molesta, abrí los ojos. El
sol empezaba a caer, y empecé a mirar a mi alrededor. Justo a mi lado dormía
Lavi, pegado a mí y con una ligera sonrisa. Me quedé ahí, pegada a él, temiendo
despertarle si me movía. Pero de repente algo cayó sobre nosotros, y mis
intenciones de no despertar a Lavi se fueron al traste. Se despertó
sobresaltado y dio un bote, quedándose sentado. Yo me incorporé un poco,
apoyando el peso del cuerpo sobre un codo y busqué la causa que le había
despertado. Noda, lloroso, se puso delante de mis ojos.
-Vaya susto
nos has dado… No te encontrábamos por ningún lado –dijo una voz chillona.
Miré en el
hueco que había quedado entre Lavi y yo. Nemu nos miraba desde ahí, y parecía
un poco enfadado. Lavi le puso la mano en la cabeza, ocultándola por completo.
-Bueno, tú
me has despertado, así que estamos en paz.
-¿Y por qué
es contigo con el que estoy en paz? –preguntó Nemu revolviendo la cabeza para
intentar zafarse de la mano de Lavi.
-Bueno,
porque he sido yo el que os la ha robado –dijo dirigiéndome una sonrisa.
-A bueno, si
ha sido así… -repuso Nemu pensativo.
Noda se
alejó de mí y se fue hasta Lavi contento.
-Sí, sí, vale,
no te pongas así.
Miré sin
comprender. Lavi sonrió ante mi cara de desconcierto.
-Bueno, es
que él sabe varias cosas que los demás no… Alguna vez he hablado con él sobre
cosas mías. Pero era porque sentía que se las tenía que contar a alguien, y
como él no replica ni lo va contando… Aunque ahora que lo pienso, me ha ayudado
varias veces –dijo pasándole a Noda un dedo cariñoso por la gota de agua
dibujada.
-Será
posible… ¿Estabais compinchados desde el principio?
-Más o menos
–dijo sonriendo-. Es más listo de lo que parece, nunca creía que se acordaría
de todo lo que le he contado, y mucho menos que me ayudase.
-¿Y qué le
contabas?
-Es secreto
–dijo sacando la lengua.
Entonces se
acercó a mí rápidamente y me dio un beso, muy rápido. No supe como encajar eso.
Me quedé de piedra, con los ojos muy abiertos.
-Será… ¡No
me robes los besos!
-Es que son
los mejores –dijo mientras se volvía a inclinar sobre mí para darme otro beso,
más lento, más tierno y que hizo que el tiempo se parase por completo.